
Desaceleración destacada después de años de presiones inflacionarias
La inflación anual en México se moderó significativamente en julio de 2025, registrando un 3.51 %, la cifra más baja desde diciembre de 2020. Este dato marca el tercer mes consecutivo de desaceleración y supera incluso las expectativas previas del mercado y del consenso de analistas. La reducción en el ritmo de crecimiento de los precios ofrece un respiro en un contexto donde la economía mexicana ha enfrentado presiones inflacionarias persistentes durante los últimos años.
Esta desaceleración es particularmente relevante porque ayuda a mejorar las condiciones económicas de los hogares mexicanos, que habían visto erosionado su poder adquisitivo debido a aumentos constantes en alimentos, energía y servicios básicos. Además, un menor índice de inflación también genera un ambiente más favorable para la inversión y la estabilidad financiera en general.
Factores clave que impulsaron la moderación de la inflación
Uno de los factores más importantes que contribuyó a la desaceleración fue la caída significativa en los precios de los productos agropecuarios y energéticos, componentes que forman parte de la inflación no subyacente. Esta última cayó hasta un 1.14 % anual en julio, en comparación con el 4.33 % registrado en junio, impulsada principalmente por una fuerte reducción en el costo de frutas y verduras.
Destacaron en particular las bajas en el precio de la uva, que cayó un 18.35 %, y el aguacate, con una disminución del 6.01 %. En contraste, algunos productos como la lechuga, la col, los nopales y el transporte aéreo experimentaron incrementos, lo que refleja la volatilidad que aún persiste en ciertos segmentos de la canasta básica y los servicios.
Inflación subyacente: el reto que aún persiste
A pesar de estos avances, la inflación subyacente —que excluye los productos con precios más volátiles, como alimentos y energía— sigue mostrando niveles elevados. En julio, esta inflación se ubicó en un 4.23 % anual, apenas por debajo del nivel de junio. Dentro de este componente, los precios de las mercancías aumentaron un 4.02 %, mientras que los servicios lo hicieron en un 4.44 %.
Esta rigidez en la inflación subyacente refleja desafíos estructurales en la economía, como los costos de producción y la dinámica de precios en sectores menos susceptibles a fluctuaciones temporales. La persistencia de esta inflación plantea la necesidad de mantener una política monetaria cautelosa para evitar que las expectativas inflacionarias se desanclen.
La respuesta del Banco de México y el contexto monetario actual
En respuesta a las cifras de inflación, el Banco de México decidió recortar su tasa de interés de referencia en 25 puntos base, situándola en 7.75 %, el nivel más bajo en tres años. Esta reducción representa un enfriamiento en el ciclo de recortes, después de haber aplicado cuatro disminuciones consecutivas de 50 puntos base cada una.
El banco central ha señalado que, aunque la desaceleración en la inflación general es alentadora, la persistencia de la inflación subyacente requiere un enfoque gradual y prudente en la relajación monetaria. De este modo, se busca evitar riesgos de un repunte inflacionario que pueda afectar la estabilidad económica y financiera.
¿Se trata de un alivio temporal o el inicio de una tendencia sostenida?
Expertos en economía advierten que gran parte de la reciente desaceleración de la inflación obedece a efectos de base comparativa, especialmente en los precios de alimentos, donde la caída se relaciona con niveles extraordinariamente altos en el mismo periodo del año anterior. Por lo tanto, existe la posibilidad de que esta tendencia sea temporal y que las presiones inflacionarias puedan regresar si no se mantienen políticas adecuadas.
Sin embargo, la evolución observada ha sido bien recibida en los mercados financieros y ha reforzado las expectativas de que el Banco de México continuará con recortes en la tasa de interés, aunque de manera más moderada y cuidadosa.
Impacto en la economía mexicana y perspectivas a futuro
La desaceleración de la inflación contribuye a un entorno económico más estable, beneficiando tanto a consumidores como a empresas. La mejora en el poder adquisitivo puede impulsar el consumo interno, mientras que menores costos financieros facilitan la inversión y la generación de empleo.
No obstante, el contexto global sigue siendo incierto, con riesgos asociados a la volatilidad en precios internacionales de materias primas, tensiones geopolíticas y fluctuaciones en los mercados financieros. Por ello, las autoridades mexicanas deberán mantener un monitoreo constante y ajustar sus políticas conforme evolucionen estas condiciones.
En conclusión, la desaceleración de la inflación en México es una señal positiva que abre la puerta a un posible ciclo de recuperación más sólido. Sin embargo, será necesario mantener un equilibrio cuidadoso para asegurar que esta tendencia se consolide y beneficie de manera sostenida a la economía nacional.







