
Una tarde que prometía rutina y tranquilidad en Cali se convirtió en una pesadilla. Dos explosiones sacudieron las inmediaciones de la Base Aérea Marco Fidel Suárez, generando pánico, destrucción y dolor en el norte de la ciudad.
El estallido que retumbó en Cali
El jueves 21 de agosto, en la carrera 8 con calle 52, un vehículo—presuntamente un camión o taxi cargado con cilindros bomba—detonó cerca del acceso militar, provocando una onda expansiva que derrumbó comercios, vehículos y alcanzó viviendas. El escenario fue devastador, con humo, vidrios rotos y personas heridas en medio de la confusión.
Primer balance: muertos, heridos y caos
Las consecuencias fueron inmediatas y graves:
- Al menos 5 personas perdieron la vida, entre ellas civiles que estaban cerca.
- Más de 50 resultaron heridas, algunas de gravedad, en medio de escenas de pánico.
- Se activó un operativo de emergencia: ambulancias, bomberos, helicópteros y unidades militares acudieron al lugar.
Voces desde el gobierno
El alcalde de Cali, Alejandro Eder, convocó a todos los cuerpos de salud y emergencia para atender a los afectados, reconociendo la magnitud del atentado.
Por su parte, el presidente Gustavo Petro calificó la jornada como “un día de muerte en el país” y afirmó que este ataque sería una “reacción terrorista” de la llamada “junta del narcotráfico” tras recientes golpes del Estado al grupo armado conocido como “Carlos Patiño”.
¿Qué pasó después?
La zona fue acordonada, se evacuaron vecinos y se activó la alerta naranja en la red hospitalaria local. Las autoridades exploran nuevas pistas y descartan posibles artefactos adicionales.
Una ciudad en alerta… nuevamente
Cali, una ciudad que ha vivido episodios de violencia e incertidumbre, vuelve a enfrentar la violencia inesperada. La ubicación cerca de una instalación militar agrava la situación, y deja un llamado urgente a reforzar la inteligencia y la seguridad ciudadana.
¿Y ahora qué sigue?
- Investigación acelerada: autoridades judiciales y de inteligencia deben identificar a los responsables y prevenir futuros atentados.
- Atención a comunidades afectadas: apoyo psicológico, reparación e infraestructura dañada.
- Diálogo nacional: frente al escalamiento de violencia, el país debe unir fuerzas para proteger a la sociedad civil.
Reflexión final
Hoy Cali ha sido herida de nuevo por la violencia. Este atentado demostró que la amenaza aún está presente y que ningún espacio—ni siquiera uno con carácter militar—está exento del terror. Frente a eso, la respuesta debe ser clara: más solidaridad, mejor inteligencia y una garantía firme de que estas explosiones no quebrantarán nuestra voluntad colectiva.
El grito de las calles hoy fue de emergencia, pero también de unidad. Que esta tragedia no se convierta en otra estadística, sino en el impulso para construir una ciudad más segura y firme.








